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Mostrando entradas de febrero, 2012

Mi semana con Marilyn

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Todo el mundo conoce a Marilyn, yo la descubrí en una postal, si una de esas tarjetas que se compran para enviar por correo, su imagen icónica mil veces vista con anterioridad nunca me había llamado la atención pero esa vez, el halo de tristeza que flotaba en aquella foto me atrapó y jamás llegó a su destinatario combirtiéndose en mi marcador de libros favorito.  Acompañó durante mucho tiempo mis lecturas y actualmente debe estar cobijada entre las páginas de algún ejemplar de la biblioteca pero también despertó en mi la curiosidad por ella.  A partir de entonces me vi todas sus películas y conocí parte de su historia. Pero el tiempo pasa y no había vuelto a pensar en ella ni en aquella postal hasta que Michelle Williams aparecío en la pantalla ante mis ojos.  Allí estaba nuevamente  su   mirada frágil, insegura, miedosa, melancólica y, v olví a sentir a quella sensación,  la misma  que me cautivo en la postal.  Aunque ella fue única, esta chica ha conseguido resucitar al mito

San Valentín el Día después

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El 15 de febrero, los acontecimientos de la noche anterior galopaba por las redes sociales a la velocidad de un click covirtiéndose en lo más visto y comentado.  Aquel muchacho era el protagonista en todos los periódicos del país y en los noticiarios televisivos no dejaban de emitir una y otra vez su imagen. La acompaban de grandes titulares donde hacían hincapié en como la violencia había conquistado los corazones una juventud griega indignada que, ante la desesperante situación económica y en respuesta a las medidas de contención adoptadas por la Unión Europea, optaba por ella y la exportaba fuera de sus fronteras.  La noche de San Valentin había llegado a Madrid de la manos de un chaval. Un jovencito heleno que con ojos de cielo despejado, faz lechosa y minúsculo cuerpo, pero con una furia propia de los antiguos dioses del Olimpo, se había dedicado a destrozar las vidrieras y los escaparates de todas las tiendas que encontró a su paso.  Él era ya considerado el oráculo gri

"Dias Muesca"

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Durante siglos el tiempo fue un misterio cargado de misticismo para la humanidad, marcando, intrigando y obsesionando a nuestros antepasados desde la época en que, contemplaban asombrados como la Luna, enigmáticamente desaparecía para que el centelleante sol ocupara su lugar y en el firmamento, las estrellas intercambiaban sitio.  Cada civilización lo interpretó y le otorgo su idiosincrasia; de esta manera, los griegos lo dotaron de un carácter cíclico que luego los cristianos transformarían en lineal. Newton lo agració con la independencia, mientras que Kant lo vinculó a la mente y Einstein terminó por convertirlo en relativo. En sus Confesiones San Agustín, diserta sobre él y perplejo confiesa que lo entiende pero no sabe explicarlo.  En la actualidad, lo hemos definido y medido, hemos llegado a entenderlo, queremos dominarlo, vencerlo y ralentizarlo pero sólo conseguimos navegarlo. Yo surco sus segundos, minutos y horas sin prestarle demasiada atención hasta que de repente

Besos que fueron y no fueron.

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Hacía mucho tiempo que no me enamoraba de un libro nuevo. Reconozco que tenía idilios pasajeros que mariposeaban mis sentidos pero no sentía clavarse en mi las flechas del revoltoso hijo de Venus. Pero hace unos meses paseaba entre estantes habitados por volúmenes cuajados de nuevas letras que no fueron capaces de captar mi atención y mi mirada tropezó con él, mal catalogado en la sección infantil bajo mi punto de vista, este álbum ilustrado fue un flechazo,  sentí el arrebato de llevármelo a casa sin más.  Desde entonces está en la mesa de noche y día si, día también lo ojeo y leo un poquito, si un poquito, porque es de esos libros que se saborean a sorbitos. Reconozco que a mi, consumidora nata, sibarita del besuqueo, adicta categórica, prosélita confesa con carné y sucursal, donante mecenas de mis besos , (si pinchas lo compruebas), me tiene bastante embobada. La editorial Lumen ha sabido combinar en un coctel exquisito, imágenes y letras de la mano de Roger Olmos