Despertó sobresaltada y fría, se había quedado dormida en el sofá del porche donde le gustaba leer por las tardes. Ahora la oscuridad se había merendado el crepúsculo y la noche ya instalada, comenzaba faena.
¿Cuanto tiempo llevaba dormida, porque nadie la habían despertado?, intentó ver la hora y no pudo distinguir los números de su reloj. Se puso en pie y dio al interruptor de la luz, ¡la lámpara!, seguía fundida y sin cambiar.
Tropezó con la mesa lo que la hizo girarse, petrificada pudo ver como una serie de pequeñas luces se acercaba en comitiva hacia su casa.
Un escalofrío le recorrió la espada instalándose en su nuca, mientras sus oídos ya podían percibir el murmullo de aquella letanía. Era noche de difuntos y a ella se le había olvidado encender las velas.
Intentó correr, escapar, escabullirse sin ser vista, pero ya era tarde.
Tres golpes secos sonaron en el portal. Su cuerpo, negándose a la orden de huida dictada por su mente, acudió dócil a la llamada y con manos temblorosas abrió la puerta.
Ante sus ojos horrorizados aparecieron pequeños seres bajo la forma de...
...una mini-bruja, dos zombis, un esqueleto, tres princesas y un Superman que gritaron: ¡Truco o trato!
Y con los pelos como escarpias pensó: ¡Maldito Halloween!
Eah! ser malos que es más divertido.