Los Vampiros están de moda.

Los colmillos están de moda. Encuentras vampiros por todas partes, en libros, películas, series de TV. Los hay de todo tipo: lánguidos y románticos incapaces de besar a la chica por no romperla tipo Crepúsculo, sexys y peligrosos como los “Vampiros Sureños” de Chalaine Harris, fuertes pero tiernos tipo “La Hermandad de la daga Negra”.
Lo cierto es que se han colado en nuestras vidas adaptándose a los tiempos en que vivimos. Ya no son aquellos seres aterradores que venían a sorbernos la sangre hasta matarnos sólo por diversión, no no, ahora si pueden no se alimentarán de nosotros, bueno sólo de los malos. Ahora tienen ese transfondo bueno embutido en un cuerpazo de “chico malo” que tanto nos gusta a las mujeres.
Y yo me pregunto ¿porque esa atracción por el lado oscuro, que nos encandila como a un insecto una bombilla?, ¿el peligro?, ¿la adrenalina de reverso tenebroso?, ¿el saber que nos harán sufrir, tal vez porque somos algo masoquistas?....
Pues no, yo he encontrado la repuesta, al porque no nos gustan los chicos buenos, esos a los que nuestras madres le harían la ola, esos que nos darían una vida sin problemas y serena; no, esos no, nosotras nos decantamos por los otros, y la razón fundamental de esta elección es la oportunidad de ¡TRANFORMARLOS!. Si si, convertirlos en esos chicos que nosotros tenemos en nuestra imaginación y que no se parecen en nada animismos. Porque seamos sinceras, todas queremos cambiar al hombre del que nos enamoramos, aunque empecemos por pequeñas cosas tipo: no aprestes el tubo de la pasta de dientes por el medio, o recoge la ropa y ordenarla en el ropero, o no salgas con tus colegas de copas sino conmigo, yo que se…
Luego pasa el tiempo y si lo conseguimos seguiremos hasta que deja de gustarnos porque ya no es ese rebelde, desordenado y peligroso del que nos enamoramos y ha pasado a ser el chico bueno domesticado que nosotras hemos creado.
Si no ha cambiado nos habrá hecho sufrir como condenadas y llorar como tontas, pero en el fondo lloramos el fracaso de no haber podido cambiarlos, que digo yo que eso es lo que realmente nos excita del lado tenebroso, la redención del discípulo.
Por lo tanto yo me pregunto que pasará cuando hayamos conseguido al vampiro de turno y ya lo hayamos redimido, dándole de beber sangre de pollo del supermercado, limando esos colmillos que nos arañan cuando llega la noche, y comprado un autobronceador para que no tengan aspecto de muerto en nuestras reuniones veraniegas con los amigos. ¡Dios mío y toda una eternidad para escuchar sus batallitas!....
Da miedo pensar en ello, así que yo me quedo con mi chico, al que no he conseguido enseñar a bajar la tapa del Waters y que sigue roncando a mi lado sin tiritas para abrir la nariz porque yo lo he conocido así siempre y no creo que vaya a cambiar a estas alturas. Lo que si he hecho es aprovechar los carnavales para comprarle unos dientes de vampiro que dejaré al lado de su cazadora de piel para que cuando se los ponga me de un mordisquito y haga sentir que todavía puedo redimirlo.

Ea! Ser malas que es más divertido.

Comentarios

  1. Ey, me ha llamado la atención, porque ultimamemente me había enganchado a True Blood, he visto sus tres primeras temporadas, jaja

    Yo creo también que a las mujeres os encanta la seguridad, eso de que un hombre os proteja o se pelee por vosotras, y un vampiro es estremadamente celoso, cuidador y está frecuentemente en peleas, jaja, de todas formas creo que vuestra obsesión transformadora es cierta,

    Saludos,
    Juanma

    ResponderEliminar
  2. Si yo también estoy enganchada totalmente a esta sangre fresca Juan.
    En cuanto al tema de la seguridad pues puede ser es algo que llevamos en los genes desde la prehistoria y debe ser difícil de borrar.
    Un beso

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Tus palabras aportan vida a mi casa. Gracias por dedicarme tu tiempo
¡Ah! He liberado al Pato así que no te sientas obligado

Entradas populares de este blog

Alambres de Espinos

Alas Podridas

Una nueva vuelta al sol